La UE impone a las farmacéuticas el costo de descontaminar ríos de residuos farmacéuticos.
Los ríos, que representan espacios vitales y recreativos de notable valor paisajístico, son también un complejo receptáculo acuoso de contaminantes provenientes de industrias como la farmacéutica. Un estudio publicado en febrero de 2022 analizó las aguas de 258 cursos fluviales en un centenar de países y halló en ellas vestigios de una amplia variedad de principios activos —antidepresivos, antibióticos, entre otros— que tienen un considerable impacto en el medio ambiente. En ese análisis, el Manzanares, el río que atraviesa Madrid, fue clasificado como el más contaminado por fármacos en toda Europa.
La Unión Europea se ha propuesto ahora reducir la presencia en ellos y en los demás espacios donde acaban las aguas residuales de los llamados “microcontaminantes”, sustancias con efectos negativos sobre los organismos vivos incluso a concentraciones muy bajas. La medida es una de las más destacadas de la revisión de la Directiva sobre Tratamiento de Aguas Residuales Urbanas, un ambicioso paquete de avances que introducirá novedosos —y costosos— procesos como los llamados “tratamientos cuaternarios”, que emplean tecnologías de oxidación avanzada mediante ozono, carbón activo y nuevas membranas.
El objetivo es reducir en más del 80% los compuestos vertidos al medio ambiente, un cambio legislativo que ha entrado en vigor este enero y que ahora los países tienen 30 meses para trasponer a las legislaciones nacionales. La iniciativa, sin embargo, se ha topado con la oposición de los sectores afectados —principalmente el farmacéutico, pero también el de productos cosméticos—, que Bruselas pretende que financien las nuevas medidas según el principio de “quien contamina, paga”. Las patronales de ambos sectores temen que, solo en España, la revisión incremente sus costes en más de 500 millones de euros.